Jesús se hace el encontradizo (Ficha 5)

Jesus se hace el encontradizo

Sólo sigue a Jesús, quien se ha encontrado con Él. Un encuentro que se puede dar de diferentes maneras. Puede realizarse desde una experiencia larga, continuada y profunda de oración. Puede darse desde una experiencia de Dios en unos días de retiro o una convivencia. Puede darse en la lectura hecha, en actitud de búsqueda, de un libro. Puede darse en el trato con una persona que se vuelve manifestación de Dios y te antoja con su presencia. Puede darse en la experiencia de una misión realizada en ambiente duro, pobre, exigente. Puede darse en la experiencia del dolor, ya sea físico, moral, psíquico o espiritual. Puede darse en la misma experiencia de pecado que ha llegado a hartar. Puede darse en la vivencia de un momento de crisis, de prueba dura. Puede darse en un proceso de maduración en la fe en un grupo juvenil o en una comunidad cristiana. Puede darse dentro de un hogar cristiano donde se crece en ambiente de fe y amor. Puede darse en la lectura de los signos de los tiempos. Puede darse en el silencio profundo del corazón. Y puede darse por sorpresa. ¡Los caminos de Dios no son nuestros caminos!

Cuando nos encontramos con Jesús se necesita “hacer experiencia de esa experiencia”; necesita dar continuidad a la obra iniciada. Necesita a alguien que le oriente, que le encamine, que le apoye, que comparta con él su fe en Jesús. Es el momento de entrar con fuerza en la búsqueda de Jesús en las páginas entrañables del Evangelio. La búsqueda de Jesús, el conocimiento de Jesús, lo va a realizar si persevera en la lectura orante de la Palabra de Dios. Si hace, desde ese momento, del Evangelio “el Libro ” de su vida, irá convirtiéndose en “discípulo” del Maestro. Es el momento de ponerse en actitud de escucha, de receptividad, de querer ser enseñado por Jesús para “aprenderlo todo de Él” como lo dice sor Isabel de la Trinidad. Es el momento de contrastar los criterios personales con los del Evangelio. Es el momento de descubrir los valores de Jesús y cuestionar los propios. Es el momento de descubrir que Jesús llama a vivir desde lo profundo, desde el interior, desde el corazón. Es el momento de descubrir el propio corazón a la luz del corazón de Jesús.

Este contacto asiduo y amoroso con el Evangelio va realizando una transformación, un cambio de vida. La Palabra de Jesús le va moviendo, le va cuestionando, le va abriendo nuevos horizontes. La Palabra de Jesús le va descubriendo la voluntad del Padre, sus proyectos profundos, sus planes de salvación. La Palabra de Jesús le va motivando, animando, llevándole a abandonar cosas que antes parecían importantes y que ahora ya no lo son. Le lleva a dejar algo bueno por Alguien mejor.

Jesús se hace el encontradizo en nuestra vida. Y encontrarse con Jesús es ponerse en actitud de conversión. En actitud de orientar la vida hacia Jesús y hacer del Evangelio regla de vida. Este encuentro pasa por la experiencia de las cruz, de la muerte a cosas que no eran vida. Pasa por la destrucción de los ídolos, de los dioses falsos que habitaban en el corazón. Este encuentro pasa por momentos de oscuridad, de tiniebla, de desánimo, de ganas de dejarlo, de volver a lo de antes. Este encuentro lleva a cuestionar todo lo superfluo, lo no necesario hasta quedarse sólo con lo esencial. Este encuentro lleva a encontrar sus raíces y a vivir desde la originalidad. Este encuentro es dichoso, es feliz porque te hace HOMBRE NUEVO.

Y TU, ¿QUÉ PIENSAS?...

¿En qué personas, acontecimientos o momentos de tu vida Jesús se te ha hecho el encontradizo?

¿Recuerdas el título de un libro o película que de manera especial te haya hablado de Dios? ¿Qué impacto dejó en tu vida?

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